En enero, Joel Embiid se ofreció a pagar los 2.000 dólares de multa que le habían caído a Jose Alvarado tras recibir una técnica.

El aspirante a MVP se había enzarzado con el intenso rookie no drafteado, que le reconoció que “no se podía permitir” una multa así.

Todo el mundo conoció así a un base que, por su tenacidad en defensa y sus robos de balón, ha recibido el apodo de “Grand Theft Alvarado”.

El 28 de marzo, antes de los playoffs, los Pelicans convirtieron su contrato no garantizado en un acuerdo por cuatro años y 6,5 millones.

Sus compañeros de equipo acudieron a la firma de nuevo contrato para celebrar el éxito de uno de los jugadores más queridos del vestuario.

La afición de los Pelicans corea su nombre en la grada y en las calles, compra su camiseta y le reclama como alcalde de Nueva Orleans.

Con 24 años y tras no ser drafteado, Alvarado ha hecho camino cuando muchos dudaron de él: “Todos esos no tienen nada que decir ahora”.

Además, ha confirmado que jugará con la Selección de Puerto Rico tras ser tentado por leyendas boricuas como Arroyo y JJ Barea.

Nació en Brooklyn, jugó a football hasta que tuvo una lesión cuello. Después baloncesto: instituto en Queens, College en Georgia Tech.

En su último año de universidad fue elegido Mejor Defensor de su Conferencia, la ACC. “El 90% de la defensa es corazón”, ha dicho él mismo.

En la NBA ha hecho suya una jugada en la que se esconde detrás del base rival y le roba la pelota apareciendo por detrás. Como en el colegio.

Ahora forma parte de un sorprendente lote de rookies que empuja a los Pelicans en playoffs: Trey Murphy (pick 35), Herb Jones (17) y él.