Blas Díaz

CARROLL

Su última pelea se suma a la larga lista de altercados que ha arrastrado toda su carrera

LA VUELVE A LIAR

La noche londinense vuelve a causarle problemas al exinternacional inglés Andy Carroll. Recientemente salió a golpes de un restaurante en Londres.

Es el último escándalo extradeportivo en la carrera de un delantero que aspiraba a ser una estrella en Inglaterra y se quedó por el camino.

Carroll irrumpió en la Premier en 2010 con el Newcastle, registrando once goles y ocho asistencias en tan sólo media temporada.

Por aquel entonces ya tenía sus conflictos. Tras un juicio por agredir a su expareja, fue puesto en libertad con la condición de que viviera con Kevin Nolan, su capitán.

Poco después, su Range Rover apareció calcinado. Aunque inicialmente se detuvo a una persona, nunca se pudo demostrar quién le prendió fuego.

En enero de 2011, el Liverpool pagó  41 millones de euros por él como reemplazo de Torres. Era el fichaje más caro de la historia por un jugador inglés y fue presentado junto a Luis Suárez.

Capello, seleccionador inglés por aquel entonces, ya advertía de sus hábitos. “Si quiere ser un buen jugador, un buen deportista, debe beber menos”.

En Anfield nada funcionó, y es que el propio Carroll quería quedarse en Newcastle. En 2012/13 ya se había vuelto a mudar, esta vez al West Ham.

Con los ‘hammers’ tuvo su altercado más surrealista. Fue perseguido en carretera hasta la ciudad deportiva por dos ladrones en moto y armados que querían robarle su reloj.

Su estancia en Londres duró siete años con varios altibajos. Volvió a Newcastle en 2019, sin éxitos, y después fue dando saltos por West Brom y Reading.

Los dramas al volante no se detuvieron. En 2022 estrelló su Mercedes de más de 150.000 euros en un choque frontal con otro vehículo. No hubo heridos.

El mismo año, engaño a su futura esposa en la despedida de soltero en Dubai con dos mujeres. Una de ellas filtró varias fotos de aquella noche. Igualmente, se casó.

Ahora, con 35 años, está en el Amiens de la Ligue 2 francesa. “Puedo entrar a la panadería y comprar un 'pain au chocolat' y nadie me dice: ‘¿Cómo fue el partido?’ Sólo quería ser libre”.