En la calle Nicolasa Gómez, a unos 600 metros del estadio metropolitano, se encuentra el Bar Akelarre, un templo del madridismo.

El bar nació en 1986, pero desde que en Atlético se trasladó a su nuevo estadio en 2017, Joaquín, irreductible madridista, resiste como la aldea gala de Asterix a los romanos.

El propio Joaquín cuenta que “cuando el atlético se trasladó, me amenazaron y no abría el bar los días en que el Atlético jugaba en casa”.

Pero su historia saltó a los medios y su mujer, Mari, tiene el corazón rojiblanco. “Me han regalado siete camisetas de mi Atleti”, dice orgullosa.

Así que poco a poco los nuevos vecinos no solo le aceptaron, sino que convirtieron el Bar en un punto de encuentro antes de ir al estadio.

“Tres horas antes del partido el bar se llena de atléticos. Cuando van al estadio, llegan los madridistas para verlo aquí en la tele”, cuenta Joaquín.

El bar está empapelado de puro madridismo, “muchas veces me han pedido que pusiera una bufanda del Atlético, pero les digo que no y lo entienden”.

“Tenían que haber venido 10 años antes”, dice Joaquín. “No sólo es que el bar esté lleno, es que el ambiente los días de partido es increíble”.

“Los atléticos hasta me hicieron  en el bar el paseíllo del título de Liga que no hicieron a los jugadores en el Metropolitano”.

Joaquín a sus 74 años y María llevan tiempo pensando en traspasar el bar, pero siempre lo acaban retrasando. Les pasa lo que a los atléticos: “Aquí el que entra ya no sale”.