En unos días,  10.500 deportistas se reunirán en París para disputar la 33º edición de los JJOO. Lo harán con un denominador común con Tokio 2020.

Se trata de las famosas y mal denominadas camas ‘anti-sexo’, que  se viralizaron en las últimas Olimpiadas por estar construidas a base de cartón.

La explicación que se difundió en redes fue que se construyeron así para evitar que los deportistas mantuvieran relaciones durante los Juegos.

Rhys McClenaghan, gimnasta norirlandés, lo desmintió al publicar un vídeo de él mismo saltando sobre una de las camas sin desmoronarse.

Entonces, ¿por qué de cartón? Al soportar unos 200 kilos, efectivamente se idearon para no ser compartidas, pero para evitar contagios de COVID.

Además, la organización de los JJOO se propuso reducir su huella de carbono, por lo que, en definitiva, se siguió un criterio ecológico y de seguridad.

De hecho, en París 2024, el 99% del mobiliario y el equipamiento será reutilizable. Tras los Juegos, las camas se reconvertirán en papel y plástico.

Por tanto, el sexo no está prohibido en la villa olímpica; incluso, se reparten preservativos antes de comenzar. En Tokio fueron 300.000, 27 por atleta.

No es algo extraño debido a que “el 70-75% de los atletas mantienen relaciones durante las Olimpiadas”, como aseguró el nadador Ryan Lochte.

Incluso, es una práctica que se lleva realizando desde los Juegos de Seúl de 1988 como respuesta al auge de la difusión del virus del VIH.