Imagina ser una leyenda del fútbol, entrenar en tu tiempo libre a unos niños y tener que dimitir por presiones de los padres. Esto es lo que le ha pasado a Lothar Matthäus.

En 2022, decidió hacerse cargo del equipo juvenil del Grünwald para dirigir a su hijo Milan. Salieron campeones de su categoría en varias ocasiones.

Este éxito se les subió a la cabeza a las familias. “De repente, varios padres se comportaban como si fueran entrenadores de Primera y sus hijos fueran el futuro Messi”, declaró a Bild.

“Recibía mensajes desde las 7 de la mañana hasta la medianoche con quejas. En los últimos meses, los padres se atacaban entre ellos”. Al final, se hartó y lo dejó.

A diferencia de su carrera como jugador, en la que ganó un Balón de Oro, un Mundial y muchos otros títulos, en los banquillos nunca triunfó.

Empezó en el Rapid de Viena en 2001. Obtuvo el peor resultado histórico del club (8º de 10 equipos) y fue a juicio con la directiva por su despido.

En 2004 fue nombrado seleccionador de Hungría. No clasificó al Mundial de 2006 pero ganó a Alemania en un amistoso. Años más tarde, también entrenó a Bulgaria.

Pasó por el Partizán serbio, el Atlético Paranaense brasileño o el Maccabi Netanya israelí. También regresó a Austria como asistente del Salzburgo.

Allí coincidió con Hansi Flick. El actual técnico del Barça 'mediaba' en el banquillo entre Matthäus y Trapattoni, el primer entrenador.

Incluso tuvo la oportunidad de irse a Argentina en 2009 con el Racing de Avellaneda, Se echó atrás en el último momento porque no se fiaba de las garantías de pago del contrato.

Sin ningún puesto desde 2011, estos juveniles eran su gran pasatiempo hasta hoy. “Debería ser divertido para los niños. Al final, me quitaron a mí la diversión como entrenador”.